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HISTORIA
La meditación no es algo nuevo en la experiencia Cristiana - es algo que está profundamente arraigado
en la tradición Cristiana. Sin embargo, muchos Cristianos han perdido contacto o desconocen esta
tradición de la oración. La meditación involucra llegar a la quietud del espíritu y del cuerpo. Lo
extraordinario de esto es que a pesar de las distracciones del mundo moderno, esta quietud y silencio
es posible para cada uno de nosotros. Pero para ara lograr esta quietud y este silencio, debemos
dedicarle tiempo, energía y amor.
La manera de iniciarnos en este peregrinaje consiste en recitar una frase corta, que hoy en día le
llamamos mantra. El mantra es simplemente el medio de quitar la atención de nosotros mismos, un
método para dejar nuestros pensamientos y preocupaciones. El trabajo real de la meditación es el
lograr la armonía del cuerpo, de la mente y del espíritu. Esto es lo que el autor de salmo decía:
"Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios" (Salmo 46, 10).
San Pablo escribió (Rom. 8:26) : "no sabemos cómo orar, pero el Espíritu mismo ora por nosotros" Lo
que esto significa en nuestro lenguage acutal es que antes de orar, primero debemos estar quietos y
atentos. Es entonces así que podemos lograr esa atención amorosa al Espíritu de Jesús dentro de
nuestro corazón.
La meditación, conocida también como contemplación es la oración en silencio, el lugar donde ocurre el
contacto directo con Cristo, una vez que la actividad incesante de la mente llega a la quietud. En la
meditación vamos más allá de las palabras, pensamientos e imagnes a la presencia de Dios en
nosotros mismos.
San Juan de la Cruz dice: "Dios es el centro de mi alma". Julian of Norwich dice: "Dios es el punto
quieto de mi centro". La meditación es el peregrinaje diario a tu propio centro.
La meditación es la otra mitad de la oración. Normalmente le hablamos a Dios, le damos gracias o le
pedimos favores. En la meditación hacemos silencio para poder así escuchar su voz, escucharlo a Él.
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